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Buena parte de su trayectoria literaria pone el foco en el lado más duro o canalla de la vida…

Quien no se adentra de vez en cuando en el llamado lado canalla de la vida tiene una visión muy superficial e incompleta del ser humano. Confieso que las personas siempre me han aterrado. Sobre todo las personas que parecen más normales y decentes. Yo mismo siento pavor hacia lo que bulle dentro de mí. Todos podemos ser unas canallas o unos bellacos si no pisamos el freno a tiempo. Si me interesa la sordidez del mundo es porque una parte de mí está modelada con esa sordidez. Necesito conocerla para no ser devorado por ella. Añadiré algo más: en el lado duro de la vida es donde también se forjan los auténticos héroes y santos. La verdad es un túnel sucio y fétido. Hay que ensuciarse y aspirar la fragancia de la mierda propia y ajena para llegar a la luz.

¿Esta novela supone una evolución lógica dentro de ese proyecto, o es solo una ramificación? ¿Habrá más novelas como Batalla?

Batalla forma parte de un ciclo de novelas en el que retrato diferentes tipos de perdedores y vencidos. Doy por hecho que mis próximas novelas compartirán bastantes elementos vitales y temáticos de Batalla, puesto que es lo único que, en mi opinión, hago con menos torpeza. Los dioses no me dieron el talento necesario para cartografiar con pericia el optimismo y la felicidad. 

¿Cuáles son tus principales influenciaa literarias en el género negro?

Podría mencionar varios nombres, pero no quiero aburrir al lector, por lo que sólo mencionaré uno: Jim Thompson. 

Batalla es uno de esos personajes con los que el lector empatiza porque teóricamente no debería compartir sus valores. ¿Cómo nace y cómo lo desarrolla?

El protagonista de Batalla me lo inspiró un señor muy extrovertido y agudo que trabajaba de escolta y al que entrevisté en mis años de periodista. Este caballero convivía con la amenaza diaria de una muerte violenta y se refugiaba en un humor sarcástico para soportar el ambiente de indigencia moral en el que se veía obligado a vivir. Me confesó que en su tiempo libre leía filosofía y novelas rusas. Este señor no era un criminal, pero se había codeado con algunos asesinos y me dijo que algunos de ellos no carecían de cierto encanto. Esto último me lo confesó sonrojándose, como si se sintiera culpable de vislumbrar algo positivo en un hijo de puta.

La otra rama fundamental del género negro es el cine. ¿Como gestiona al hombre de cine en el momento en que se pone a escribir novela?

Siempre he escrito impulsado por imágenes. Las imágenes me van ofreciendo poco a poco los fragmentos de una historia y yo me limito a sacar esos fragmentos de las tinieblas y a darles un mínimo de orden y de organización. Sigo el mismo método con los cortometrajes que realizo. Intento que mis obras tengan la estructura elástica e irracional de los sueños. El arte que no se mueve en el claroscuro no me conmueve y frecuente me lleva al tedio.

Esta pregunta es odiosa pero se la harán de cualquier modo,así que ahí va: ¿Le gustaría que Batalla fuera llevada al terreno audiovisual? Y de ser así: miniserie o película?

No veo Batalla convertida en miniserie. Creo, no obstante, que sí podría ser un filme interesante y digno si omitiera narrar los pensamientos del protagonista. Una película pierde fuerza e intensidad cuando las imágenes quedan ahogadas por ríos de palabras. Lo que hace poderosa y atractiva una novela puede hacer fastidioso e innecesario un filme. El cine que es demasiado literario pocas veces es buen cine y casi nunca  buena literatura.  Así veo las cosas.

La violencia está presente a lo largo de toda la novela y no solo como un recurso para lograr tensión, parece un elemento más, algo que se respira naturalmente. ¿Es la sociedad actual esencialmente violenta?

Donde hay seres humanos siempre hay algún tipo violencia, ya sea física, psicológica o verbal. Hasta la persona más pacífica y mansa puede participar o unirse a un linchamiento moral contra alguien por temor a ir contra la mayoría o a perder su empleo. Y no sólo hay violencia en el clásico terrorista o en el consabido agresor sexual, sino también en una elite política y económica que envilece y vuelva mezquina a una sociedad por arrastrarla a la pobreza y al embrutecimiento mental. La buena noticia es que siempre queda gente en este mundo que intenta ser amable y que intenta causar el menor daño posible a los demás. Soy de los que creen que un pasota puede ser más beneficioso para la convivencia que un salvador.     

El personaje procede de un mundo en el que los límites éticos se diluyen, sin embargo da la impresión de que tiene su propio sentido de la justicia…

El asesino de mi novela no es un psicópata. Tiene una conciencia moral y sabe diferenciar lo bueno de lo malo. Intenta no matar, pero a veces mata. No sólo por venganza o por imponer su peculiar criterio de justicia, sino por un despecho metafísico. Miguel Batalla cree que el destino no le ha permitido ser una persona normal y responde a esa injusticia matando. Eso no le impedirá creer en algún tipo de redención personal.  

Un lector o una lectora están a punto de abrir esta novela. ¿Qué les aconsejaría o qué les pediría?

Que pueden ser felices sumergiéndose en esta historia de personajes infelices y autodestructivos.   

Es pronto para preguntarlo, con la novela aún tibia, pero… ¿Cuál es su próximo proyecto?

Estoy esbozando una novela sobre terroristas amateurs.

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