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A propósito del proximo lanzamiento de Real Noir Ediciones: Los nudos invisibles, la nueva y esperada novela negra del escritor cubano Amir Valle, comentada por Carlos Salem

Amir Valle

Cuba es siempre una pregunta que contestamos demasiado rápido, no importa desde que orilla ideológica se grite, si los gritos se limitan a repetir fórmulas y no abarcan ni explican una realidad mucho más compleja y que trasciende toda simplificación. Recientemente, Cuba ha vuelto a ser noticia por los diferentes levantamientos populares, acorralados pueblo y gobierno en los confines no solo de una isla sino también de una pandemia mundial que echó el cerrojo al turismo que aportaba pequeños pero continuos balones de oxígeno, además probablemente trabajo y negocios sumergidos para buena parte de los mercados de todos los colores y grados de legalidad institucional.

Pero, como decíamos, son muchos años de simplificar Cuba. Tantos, que a veces damos por hecho que esa pegatina de uno u otro color que hemos comprado es la válida y, como los imanes en la nevera de un viaje del que solo nos quedan las fotos, miramos sin ver a diario. Por que está ahí.

Pero Cuba es mucho más. Y desde el punto de vista literario, es fuente para una excelente novela en general y novela negra que no renuncia a la calidad ni se esclaviza de antemano en función de las ventas millonarias que allí no son (y aquí tampoco si lo que escribes no lleva una fórmula ligera, fácil de digerir y que no deje en el lector más huella que la momentánea).

Y la literatura de Amir Valle no es fast food. Tampoco abusa de los recursos literarios intelectuales para alambicar una narración de manera tal que casi no se entienda y quien lee se diga “esto seguro que es bueno” (sobran ejemplos que no daré para no ganarme enemigos, muertos y vivos, que aquí no vengo a hablar de otros autores si no de Valle y su doble vía para narrar Cuba).

La ficción bebe de la realidad y a menudo también se emborracha de ella, tanto que llega a controlarla e imponerle sus reglas; a veces incluso le hace perder a la ficción esa libertad de escoger cómo se cuenta. Algo que no ocurre con ninguno de los libros de la serie de «El descenso a los infiernos», que de alguna manera alcanza su punto culminante con Los nudos invisibles.Cada una de las novelas de la serie se ha basado en hechos y crímenes reales, que el autor ha investigado no tanto como un detective y sí como un historiador social y, sobre todo, como escritor.

Sin pretender trazar las bases de una arquitectura criminal en la Cuba de ayer y de hoy, ha utilizado los diferentes casos de su serie como entradas secretas (y no tanto) a esa realidad criminal peculiar y, al mismo tiempo, general, tan parecida a las de otros países en cuanto a los motores de fondo (ambición, venganza, poder), tan diferente por las peculiaridades locales.

El lema de este sello editorial, “un mundo de novela negra”, define el cómo y el por qué nace: no se puede negar la globalización, pero ni si

quiera ese juego de imitaciones internacionales logra imponerse a los impulsos nacidos desde abajo, desde cada tierra. Por continentes y regiones, las historias de las naciones se parecen, parecido no es lo mismo.

En «El descenso a los infiernos», Valle indaga sobre la vida actual en Centro Habana, con seis primeras novelas, que le valieron reconocimiento 

literario en Europa: Las puertas de la noche (2001), Si Cristo te desnuda (2002), Entre el miedo y las sombras (2003), Últimas noticias del infierno (2004), Santuario de sombras (2006) y Largas noches con Flavia (2008).

Le quedaban historias por contar dentro, pero también fuera de la serie. Y lo hizo. Pero tanto él como sus lectores sabíamos que volvería.

Y he aquí ese retorno. Los nudos invisibles.

Las orillas de la muerte

Una de las muchas virtudes de esta novela es la forma de contar diferentes momentos: el actual, de la investigación de la muerte violenta de un anciano y, en paralelo, buena parte de esa vida crecida a la sombra de mafiosos como Meyer Lansky, que en los años 50 desembarcaron en Cuba para hacer de ella un centro de todos sus negocios. La revolución puede haber acabado con la parte visible de esas organizaciones basadas en el crimen, pero no con los usos y costumbres que se fueron adaptando a la nueva realidad.

Leer Los nudos Invisibles es asomarse a tres mundos, por decirlo de alguna manera: la Miami actual, en la que los inmigrantes cubanos oscilan entre el poder económico de unos y la supervivencia, en ocasiones marginal de otros, y las dos Cubas que son escenario principal: una actual, con el viejo Edelmiro muerto ─ese viejo que vio y sabía tanto─, y otra, geográficamente superpuesta, pero en un tiempo diferente, con la inserción mafiosa en el último tiempo del gobierno de Batista y el propio Edelmiro iniciándose en esas organizaciones.

Resumiendo mucho: El asesinato ─disfrazado de suicidio─ de un viejo en La Habana desata una serie de consecuencias en la capital cubana, pero también en Miami, donde su hijo Lázaro ─que hace años llegó cómo un balsero más y ahora vive como un gigoló─, quiere venganza. En Cuba, mientras tanto, el teniente de policía Alain Bec, ya sin el apoyo del astuto viejo Álex Varga, investiga la misma muerte, aparentemente sin importancia, pero que puede estar vinculada a peligrosas organizaciones delictivas que constituyen un verdadero poder en la sombra. Y, como fondo, un viaje al pasado del viejo Edelmiro, que rememora la relaciones del gobierno de Batista con la mafia y las nuevas formas que el crimen organizado les fue dando tras el triunfo de la revolución castrista.

Sensual, dura y tropical

Como el resto de las novelas de la saga, Los nudos Invisibles es auto conclusiva y se puede disfrutar por separado. En las anteriores exis

tía el contrapeso entre Álex Varga ─ese viejo que de alguna manera tanto se parece al Edelmiro muerto, cuyo crimen hay que resolver, con sus recuerdos y experiencias de otra época y la supervivencia adquirida desde entonces, alcalde no oficial de una barriada popular, intermediario entre los distintos y susceptibles mecanismos del poder─, y las pesquisas del policía Alain Bec, que se debate entre cumplir su misión y salvar su carrera, que no siempre son lo mismo.

En Los nudos invisibles a Alain le toca indagar solo, porque Álex ya no está y resulta hasta simbólico que deba investigar la muerte de otro viejo, q

ue representa el mismo tiempo y un periplo vital por momentos coincidente con el de su antiguo mentor en sus pesquisas en los bajos mundos habaneros.

Es esta una novela plagada de sensualidad, tropical y dura. Amir Valle, como siempre, narra desde distintos puntos de vista, pero con eficacia demoledora; el monólogo interior de cada personaje tiene rasgos definidos imposibles de confundir con los demás, aunque confluyen.

Llega un momento en el cual, mientras disfrutas de la investigación actual, paladeas de antemano el capítulo en que volvamos a conocer la juventud de Edelmiro, tiempos previos a la revolución, y también los que vinieron luego. 

En cada una de sus novelas, y en especial las de esta saga, Valle ficcionaliza a partir de una investigación profunda, periodística, sin por ello perder su eficacia, y ese don que transporta al lector al punto de vista de cada personaje.

Los fanáticos de este autor agradecerán que vuelva a llevarlos infierno abajo.

Los que lo descubran hoy, querrán más. 

Y por suerte, Amir Valle tiene mucho más que dar.

Carlos Salem

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