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¿Quién mato a quién?

Entrevista-atraco al paso con gente tan rara que escribe novela negra
José Luis Muñoz (Salamanca, 1951), articulista, crítico literario y cinematográfico, novelista y viajero. Ha publicado más de 50 libros entre novelas y colecciones de cuentos de géneros muy diversos (histórico, erótico, negrocriminal y fantástico) y ha ganado veinte premios de novela (Azorín, Tigre Juan, La Sonrisa Vertical, Café Gijón, Camilo José Cela, Carmen Martín Gaite…). Preside la asociación Lee o Muere, que promueve encuentros literarios, y es el comisario del festival Black Mountain Bossòst.  En breve, publicará en Real Noir su premiada novela Lluvia de níquel.

1) Tres novelas imprescindibles del género [y por qué]

La mirada del observador” de Marc Behn, porque sus dos personajes son sencillamente hipnóticos, el detective obsesionado con su hija y esa viuda negra a la que siempre sigue y protege en sus fechorías.

El asesino dentro de mí” de Jim Thompson. La volví a leer, cosa que nunca hago, a raíz de ver la espléndida película de Michael Winterbotton y me pareció una obra maestra tanto en la narrativa como en el dibujo de ese sheriff corrupto y ultraviolento que seguramente es un retrato de su padre. Es una novela inmensa, como todo Jim Thompson.

Días contados” de Juan Madrid, que creo que es su mejor novela, un retrato lleno de ternura del barrio de Malasaña habitado por prostitutas adictas a la heroína y con una hermosa historia de amor que rezuma verismo por todos sus poros y termina en tragedia.

2)  ¿Por qué escribes novela negra y no de otro color?

En realidad siempre escribí novela negra, aunque no lo sabía. Las novelas históricas sobre el descubrimiento de América, la trilogía “La pérdida del paraíso”, la conquista de México de “El centro del mundo” o “El hijo del diablo” sobre Vlad Drakul, exploran las partes más oscuras de esos acontecimientos. Lo mismo ocurre con mis novelas eróticas. Lo negro, en mi caso, es una forma de mirar a la sociedad y hablar de sus excrecencias, de lo turbio, es una herramienta versátil.

3)  El libro que nunca escribirías es…[y por qué]

Un dia me dio por leer un best-seller, “La desaparición de Stephanie Mailer” del suizo Joël Dicker. La terminé de leer, a pesar de no gustarme nada desde la primera línea, para poder decir con conocimiento de causa que ese es el ejemplo de un libro infame y tramposo al que se le ven todas las costuras. Lo más lamentable eran las críticas compradas que aparecían en la contraportada. ¿Cuánto tuvo que pagar Alfaguara por ellas?

4) El que matarías por haber escrito…[y por qué]

Bueno, es una novela negra, para mí, aunque no esté considerada como tal, porque es una tragedia con un personaje perdedor que, desde el principio, parece destinado al abismo. Me refiero a “Bajo el volcán” de Malcom Lowry que huele a mezcal y muerte en todas y cada una de sus páginas. Un libro impresionante, de cabecera.

5)  Una frase que recuerdes de memoria de una novela tuya…

“Lo has hecho, me dije, sintiendo calor en todo el cuerpo, guardando el arma, empezando a correr sin parar con una imagen fija en mi mente: un cuello de camisa empapado de sangre. El mío.” Es el final de “La caraqueña del Maní”, una novela que escribí en Venezuela sobre un etarra que deserta de la banda y que ganó el Premio Camilo José Cela, lo que me permitió saludar a uno de los escritores que más admiro del panorama actual, Enrique Vila-Matas, que formaba parte del jurado.

6)  Requisitos para que una novela merezca ser leída o escrita: 

Que conmocione, que no deje indiferente al lector; que, si es necesario, lo deje sin respiración como un puñetazo en el estómago; que lo atrape desde la línea 1; que tenga una lógica narrativa y mantenga el mismo tono musical de principio a fin, además de que esté bien escrita, que se le supone, como al soldado el valor antes de la batalla.

7) ¿El género es absorbido por lo comercial o crece tranquilo a su sombra? 

Mucha paja y poco trigo. Mucha novela políticamente correcta y mucho acercarse al jarrón veneciano. Las que triunfan, dentro del género negro, en realidad son fucsias o de cualquier otro color. La comercialización del género, la etiqueta extendida con una cierta frivolidad a novelas que no lo son, perjudica. Una novela negra debe incomodar en su fondo y en su forma. Se escribe mucho ahora dentro de lo políticamente correcto, sin ofender a nadie, y cuesta mucho encontrar trigo entre tantas toneladas de paja.

8) Tu modus operandi es [en qué se diferencian tus novelas de otras]

Nada tiene que ver una novela histórica, que me exige cierta fidelidad a lo acaecido en el pretérito, que una novela negra, con la que voy más por libre. Dentro del género me interesan no los que están al lado de la ley, sino los transgresores. En mis novelas analizo los mecanismos del mal. El mal está dentro de nosotros. Cualquiera, aunque no lo reconozcamos, podemos asesinar en un momento dado. Esa inquietud, el situar a un personaje normal y cotidiano que, de pronto, comete un asesinato, roba o viola, es lo que causa más inquietud a mis lectores. En realidad escribo para tratar de encontrar una explicación al mal.

9) El único crimen que te atreves a confesar es… 

Bueno. Tampoco es un crimen. En mi época juvenil robé algunos libros. Todos lo hacíamos en la librería Drugstore del Paseo de Gracia de Barcelona, un lugar de citas bastante siniestras que retraté en la novela “Pubis de vello rojo” con la que gané La Sonrisa Vertical. Como estudiante antifranquista y anarquista lancé unos cuantos cócteles molotov que fabricaba yo mismo. Me habría costado un consejo de guerra si me atrapan y una buena paliza. Tuve suerte. Estábamos en guerra contra el régimen fascista de Franco y legitimados para usar la violencia contra él.

10) Lo mejor que te ha dado el oficio de escribir: 

Muchas cosas. Un sinfín de amistades, pero de las de verdad. Conocer a gente como Manuel Vázquez Montalbán o Francisco González Ledesma, fue un placer y a ambos los echo de menos. Ser muy amigo de Juan Madrid, Andreu Martín o Mariano Sánchez Soler es en sí un premio. Las buenas críticas de mis últimos libros, pero mejor que ellas, los elogios de los colegas. Creo que debemos ser generosos unos con otros y no esperar a que se mueran para alabarlos si se lo merecen. Yo lo hago siempre que tengo ocasión. Felicito a los autores cuyas novelas me gustan, guardo silencio ante las que no. Escribo como respiro, realmente, si no lo hago moriría, la vida no tendría ningún sentido. En el proceso de la creación, cuando estás inmerso en un libro y manejas a tus personajes, o ellos te manejan a ti, que también sucede, te sientes dios. Escribo, como dice Juan Madrid, para que me amen y para alcanzar la eternidad, porque cuando no esté, y un lector lea uno de mis libros, en cierta forma viviré dentro de su cabeza.

11) ¿La realidad es una novela negra?

Por supuesto, Y como la vida, acaba mal. Por eso huyo de los finales felices. En ninguna de mis novelas los hay. Mires por donde mires, las cosas no van bien. El fascismo capta adeptos, el mundo se deteriora por la contaminación, el crimen y la violencia prevalecen, y ahí estamos nosotros para ser notarios de esa realidad. Tuve ocasión de hablar con Baltasar Garzón sobre Julian Assange, cuya defensa organiza,  y al que van a extraditar, con toda probabilidad, a Estados Unidos y él se va a suicidar, porque no quiere morirse en vida en un presidio norteamericano; te das cuenta entonces de que el mundo funciona al revés y que no hay moral. Matan al mensajero y no juzgan los crímenes que denuncia. En España, la actuación de la justicia, es en si misma una novela negra con unos tipos togados, casi todos rancios franquistas y de aspecto siniestro, que se creen por encima del bien o del mal y dictan sentencias profundamente injustas. Ante eso la literatura poco puede hacer sino justicia poética en sus páginas.

12) Tu personaje ajeno favorito [y por qué]

Quizá sea Ripley de Patricia Highsmith, por su inteligencia, cinismo, determinación y absoluta amoralidad. La  norteamericana hace un buen retrato de un psicópata que no es excesivamente violento, aunque asesina, y sabe guardar las formas y ser aceptado socialmente.

13) El malo creado por ti que más odies [y por qué]

Gunter Meissner, el ex oficial de las SS que es uno de los protagonistas de “El mal absoluto”. Es un canalla que no se arrepiente de nada de lo que hizo, incluido estrellar contra la pared los niños que llegaban a Auschwitz. Además, se ha convertido en un tipo respetable con un montón de nietos. El personaje lo tomé de la realidad, de un programa de la BBC. Hice justicia poética contra ese monstruo detestable.  Siempre digo que a los nazis los odio con toda mi alma y que ellos desencadenan mi instinto asesino. Son la peor gentuza.

14) Si no fueras escritor, serias… [deja volar la imaginación]

Seguramente director de cine, de ahí que mis libros sean muy visuales, pero es muy complicado, depende de muchos factores una película y hay demasiada gente siempre en el plató. Luego la productora te mete la tijera y el resultado no se parece en nada a lo que habías pensado. Descubridor de nuevos mundos, pero ahora todos están ya descubiertos. Pintor en la época del impresionismo y en Francia para pintar bellas mujeres desnudas y flirtear con cada una de ellas.

15) Tienes la oportunidad de escribir ahora tu futuro epitafio:

“Su último suspiro coincidió con su último párrafo”. Que la muerte nos coja escribiendo. Se lo dije a Juan Madrid en la última edición del Black Mountain Bossòst.

 

 

Carlos Salem

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