AMOR EN MANO
Conduzco temeraria por la autopista, a contrarreloj. Llego con diez minutos de retraso y no está. Abro la puerta, y todas las ventanas del que era nuestro hogar se encuentran abiertas de par en par. Las blancas cortinas ondeaban bajas, como si de un luto se tratara. Y el suelo, más impecable que el cielo, se veía inundado a través de mis ojos. Se había ido de nuevo. Vuelvo al coche con el corazón en la mano. Lo guardo en la guantera. Y viajo hasta nuestro lugar. El que siempre ha sido como Niza para Francia, como Corfú para Grecia, y como Mar de plata para Argentina. Cuando llegué, pasó lo que menos esperaba. Él también tenía su corazón en la mano. Saqué el mío de la guantera, y, juntos, decidimos lo que sería más justo para esta historia de amor: dejar nuestro pecho vacío para siempre.
Candela Cera.