El 27 de junio sale a la venta la nueva pieza del puzzle ge género negro que va formando Real Noir. Nos referimos a la novela Los transitorios, del autor chileno Juan Angulo. En octubre de 2022, El jurado del I Concurso de Novela Negra Puerto Negro, organizado por la Universidad Andrés Bello y compuesto por los escritores argentinos María Inés Krimer y Carlos Salem y los chilenos Ramón Díaz Etérovic y Paula Ilabaca, proclamó ganadora por una unanimidad a esta obra singular, escrita con un ritmo que atrapa a lector, a la la vez que le contagia la sensación de no controlar su vida que sufre el protagonista.
Más de 150 obras fueron presentadas al certámen, provenientes de diecisiete países, la mayoría de ellas con un alto nivel literario,como señaló el jurado, que tuvo un arduo trabajo de selecció hasta hallar un ganador y un destacado número de finalistas con excelentes textos. También se destaco la variedad temática de las novelas participantes, que cubren un amplio espectro dentro del género, desde la novela negra más hasta las de corte experimental en lo narrativo.
Con respecto a la obra ganadora, Luis Valenzuela, académico de Licenciatura en Letras UNAB y miembro del comité organizador, destacó que se trata de «una novela bien escrita, entretenida y convincente respecto a lo que cuenta y el modo de hacerlo, además de presentar personajes entrañables y complejos».
El ganador, Juan Angulo, recalcó que su intención fue mostrar Talcahuano como una ciudad reconocible por su literatura y agregó que «el impulso de romper la centralización y mostrar que hay más ciudades que Santiago en Chile, hace que siempre quiera habitar Talcahuano en mis historias”. Aunque la obra es de ficción, el texto está «lleno de anécdotas que viví o escuché en el puerto; de personajes imaginarios, pero que encajan bien con la ciudad».
Los transitorios
La novela de Ángulo tiene como fondo la ciudad chilena de Talcahuano, un escenario de puerto, brumas y personajes que hacen lo que sea para sobrevivir, con la certeza de estar de paso o ser prescindibles dentro de un esquema criminal que copia en ocasiones el espíritu de usar y tirar que rige en otros ámbitos de la sociedad, quizás menos delictivos en apariencia, pero igual de implacables.
El autor pone el foco en Lalo, un joven que se marchó de Talcahuano para buscar una vida mejor y al que un breve regreso a todo lo que quiso dejar atrás, lo aboca a vivir en un entorno del que siempre quiso escapar.
Algo tan banal y tremendo como la muerte casi accidental de un padre al que odiaba con motivos sobrados, lo obliga a pagar las deudas de su progenitor con un grupo de delincuentes en el que sin querer comienza a encajar más de lo que le gustaría.
Con personajes sólidos y a menudo entrañables, diálogos ágiles y creíbles, y la sensación contagiosa del protagonista de no ser dueño de su destino, Los transitorios mete al lector dentro de un submundo donde nada brilla y hasta los delitos cometidos tienen ese poso de realidad que les quita, afortunadamente, el supuesto romanticismo en otros textos se adjudica a los bajos fondos.
En un mundo en el que la traición está el orden del día, Los Transitorios solo pueden salvarse cuando toman conciencia de serlo. En un entorno en el que cualquier sentimiento supone una debilidad, la amistad es un lujo muy caro que solo pueden permitirse los que ya no tienen nada que perder.
Los transitorios se lee sin necesidad de aclaraciones, se disfruta de inmediato porque atrapa su ritmo lento y vertiginoso a la vez.
Es imposible, al terminar de leer este libro (da igual cual sea el papel que uno desempeña en la sociedad, el trabajo y la posición económica que ostente), no preguntarnos hasta qué punto no somos todos un poco – o muy- transitorios.