Un asesinato o un misterioso por resolver,al rededor del cual gira la historia. Un número limitado de sospechosos (todos ellos con un móvil). Un detective ( aficionado o profesional), y una solución al caso que el lector llega por sí solo por deducción lógica a partir de las pistas que le ha dado el autor. Esas son las claves del género que proponía la escritora P. D. James en su libro, «Todo lo que sé sobre novela negra» (Ediciones B).
La escritora británica, una de las grandes renovadoras del género policíaco, murió en 2014, dejando más de treinta obras, la mayoría de ellas der ficción. Entre ellos destacan la serie de novelas protagonizada por la investigadora Cordelia Gray y la del poeta y detective de Scotland Yard Adam Dalgliesh.
Aquí, algunos de sus trucos y consejos para una buena historia de intriga.
El asesino y el asesinato
Según James, no siempre es necesario un asesinato aunque este sigue siendo «el crimen por excelencia» que tanto llama la atención de los lectores que se involucran en primera persona en la historia. Las pruebas se van desarrollando pero ‘la escena del crimen’ se va describiendo, ya sea ‘
de mano’ del propio autor de la novela como por los diálogos y lo que va ocurriendo a lo largo de la historia.
La pista
Siempre hay ‘un detalle’ en la novela detectivesca que permite que el lector avance en sus hipótesis . P. D. James lo sintetiza con una frase simple, pero que describe a la perfección la idea: «Todo el mundo creyó que la reina había muerto de pena hasta que descubrieron la marca del pinchazo en el cuello». Las pistas, poco a poco se van descubriendo con el paso de la historia pero siempre habrá ‘algo’ que despiste al lector y que le haga ‘dudar’ de lo que lee. Para que sea él mismo el que analice y reflexione acerca de lo ocurrido.
El contexto
Algunos novelistas comienzan describiendo el acto del asesinato. Otros, sin embargo, inician sus líneas con el descubrimiento ‘del cuerpo del delito’. También hay algunos que se decantan, como la propia P. D. James, por «comenzar por describir el entorno» para poder ‘meterse de lleno’ en el ambiente y en el contexto sobre el que girará la historia.
El detective nunca debe saber más que el lector
Sea cual sea la manera de comenzar, hay que tener en cuenta que, una de las «reglas sagradas», según explica la autora, es que «el detective nunca debe saber más que el lector». Pero sí que puede ocurrir lo contrario, «que el lector sepa más que el detective». Un ejemplo de esto es que el lector sepa que uno de los sospechosos miente.
Policía y detective
«Sin un cuerpo de policía no puede haber narrativa detectivesca», destaca P. D. James en su obra, citando al novelista Reginald Hill. Esto es algo, en principio, lógico ya que si el asesinato esta al orden del día, no sería un hecho desencadenante de una investigación. En la llamada Edad Dorada, los autores defendían a capa y espada a los miembros del sistema policial. «Los agentes en cuestión», escribe James, «podían salir retratados como ineficaces, lentos, torpes o ignorantes, pero nunca como corruptos». Distingue muchos tipos de detectives. Quizás uno de los ‘míticos’ de la literatura inglesa sean los llamados «detectives de sillón» que, por incapacidad física o porque son «incapaces de salir del entuerto» investigaban -y resolvían- los crímenes. Ya fuera por mera intuición o por ver las pistas ‘desde fuera’ del caso.
Géneros en el género
Los hombres son un punto fuerte en este tipo de novelas, especialmente durante la llamada Edad Dorada. Las mujeres en esa época, no tenían cabida en la institución policial así que, en caso de aparecer en las historias, éstas eran meras
acompañantes o «serviciales luchadoras por el dominio del héroe masculino».
La excepción que confirma la regla sería, por supuesto, Miss Marple de Agatha Christie. Pese a su «pequeño papel», poco a poco, con el avance de la sociedad y del rol de la mujer, ésta van adquiriendo cada vez más protagonismo en las novelas policíacas.
El lector
Pero, quizás, lo más importante de toda historia detectivesca, sea la inteligencia del lector ya que, al fin y al cabo, el relato se convierte en un «puzzle casi intelectual». Ellos son la parte más importante de la historia ya que sin ellos ni habría novela ni historia ni nadie que reflexionara acerca del asesinato, las pistas y todo lo que el detective va descubriendo con su análisis y sus investigaciones.
Se comparta (o no) la totalidad de las apreciaciones de la célebre escritora, no cabe duda de que esta última consideración es la más acertada: sin buenos lectores, no hay buenas novelas.
C.S.