Por José María Brull Calbet
Hace treinta años, leer novela negra (ni siquiera se usaba todavía ese término, aún decíamos novela policíaca) era cosa de personas sospechosas, turbias, desde luego gentes en absoluto fiables. Por aquel entonces, era realmente complicado encontrar novelas de este «género» (entrecomillado, ya que no era considerado literatura de verdad). Internet estaba empezando a dar sus primeros pasos, por lo que la opción para conseguirlas era peregrinar a las «librerías de viejo», al rastro o a los mercadillos (se podían contar con los dedos de una mano las librerías especializadas) en busca de tesoros escondidos de autores entonces semi-desconocidos, que comprábamos por 60, por 75 o por 100 pesetas. Poco después, a través de internet, localizamos librerías anticuarias en las que conseguíamos cajas enteras de libros (que hoy todavía permanecen en nuestras estanterías, amarillentos pero dignos, aguantando el tipo frente a la invasión actual) que comprábamos, en ocasiones, al peso.
Creo que en lo que hace referencia a las primeras lecturas «negras», toda una generación compartimos recuerdos similares. En una época de televisores en blanco y negro sin mando a distancia encima de las cuales reposaban un torero y/o una sevillana que nadie sabe muy bien de dónde salían pero estaban en casi todas las casas, muchos nos refugiábamos en la lectura de las distintas colecciones de la Editorial Molino de lomo blanco con las novelas de Agatha Christie, de Perry Mason (que no es el escritor, sino el protagonista, el autor es Erle Stanley Gardner, típico caso en el que el protagonista ha arrebatado la fama a su creador) o de Nero Wolfe (ídem con el escritor Rex Stout), la mítica colección Etiqueta Negra de la Editorial Júcar (este género se ha asociado siempre al color negro que le da nombre, ¿será porque en los EEUU empezó a publicarse en la revista Black Mask?, pero esto ya lo hablamos otro día), la más breve colección de la Editorial Versal de lomo amarillo y negro (la única en la que he encontrado publicado a Janwillem Van de Wetering,uno de mis autores favoritos de siempre) o las novelas del comisario Maigret en sus diferentes ediciones (Fórum, Luis de Caralt)…
Quién diría hoy en día, cuando este género lleva más de un lustro «de moda» y siendo una de las locomotoras que tira del tren de la literatura de ficción, lo que costaba no hace tanto encontrar buenos libros de autores hoy imprescindibles e incluso iría «de culto».
¿Quién podría pensar por aquel entonces que a este género no pararían de salirle subgéneros por todas partes? Novela enigma, thriller, novela policial, novela de espías, rural noir (country noir), totalitarian noir, true crime…
¿A quién se le iba a ocurrir hace treinta años pensar en usar palabras o expresiones como Deus Ex Machina (aunque bien antiguo es, los griegos ya usaban este recurso), «macguffin», «prolepsis» o la tan temida como absurda diferenciación entre «escritor brújula» o «escritor mapa»?
Quizá no hace falta irse tan atrás en el tiempo, ¿habrá pensado alguien hace veinte años que íbamos a tener un festival de novela negra en algún lugar del país prácticamente todos los fines de semana del año?
Hace veinte años quizá solamente existía la Semana Negra de Gijón (desde 1987, concretamente) como festival literario del género. Apareció en 2005 BCNegra, poco después el Getafe Negro y después, poco a poco, se ha ido incorporando otros muchos.
- Elorigen
Ahora bien, ¿de dónde viene todo esto?,¿quiénes fueron los primeros, los pioneros?, ¿cuáles son los orígenes de este género literario?
Obviaré en esta críptica (y personal y subjetiva) cronología referencias a las tragedias griegas (repletas de crímenes, traiciones, celos y conspiraciones, que podrían considerarse el origen de prácticamente toda la literatura actual) o a la biblia (esa obra repleta de violencia, asesinatos, venganzas y hechos misteriosos de difícil explicación).
Pasaré directamente a principios del siglo XIX, cuando aparece lo que podríamos decir que son los primeros esbozos del género en los cuentos policíacos de Edgar Allan Poe (Los crímenes de la calle Morgue, La carta robada…), varios de ellos protagonizados por el detective Auguste Dupin.
A partir de ahí nos encontramos una serie de escritores que recogen el testigo de Poe. Los más conocidos son Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes, el primer gran detective aficionado de la literatura) y posteriormente Agatha Christie quien, muy influenciada por sus lecturas de las aventuras de Sherlock Holmes, escribe más de 60 novelas policíacas (con varios protagonistas, los más destacados Hércules Poirot y Miss Marple).
Se observa ya desde sus orígenes que los autores de forma natural repiten a sus protagonistas, creando lo que hoy en día se denomina «series» o «sagas». Así haré en lo sucesivo, indicando entre paréntesis al protagonista de las novelas, a veces más «famoso» o reconocible que el propio escritor.
En los años 30 del siglo pasado, en los EEUU, el género da elgran salto, pasando de ser una literatura meramente de «resolución de acertijos» a incluir un análisis y una crítica de la sociedad y del poder establecido, que es una característica esencial en lo que hoy es considerado este estilo. Los pioneros y de alguna manera «creadores» de este nuevo concepto de novela negra fueron Dashiell Hammet (Sam Spade,Agente de la Continental) y Raymond Chandler (Philip Marlowe).
Después vienen muchos otros, como Jim Thompson, David Goodis o Chester Himes, por poner como ejemplos tres autores que a mí personalmente me gustan mucho.
A Europa esto llega algo más tarde (por entonces los europeos estábamos demasiado ocupados haciendo guerras y destruyéndonos entre nosotros), pero sin duda el principal precursor del género es Georges Simenon (Comisario Maigret), allá por la década de los 50, si bien sus novelas, aunque ya se intuye un tinte social, siguen siendo meras resoluciones de casos puntuales. No es hasta los 70-80 cuando nos encontramos con el salto a Europa de la novela negra «moderna», de la mano del matrimonio de suecos Maj Sjowall y Per Wahloo que publicaron diez novelas protagonizadas por Martin Beck, lamentablemente el fallecimiento de PerWahloo –el hombre, por si los nombres no os lo habían aclarado del todo- truncó esta maravillosa serie de novelas, que toda persona decente debería leer al menos una vez en suvvida). Más o menos por esa época la cosa se estaba moviendo también por Francia (Manchette, Symons, Izzo) y por Italia (Scerbanenco, Giovanni).
¿Y en España? Pues en España nos encontramos con Francisco García Pavón que, allá por los años 60, lanza una serie de novelas ambientadas nada menos que en Tomelloso (¡toma ya rural noirs!) y protagonizadas por Plinio, un personaje muy nuestro.
Una década después ya aparecerán Francisco González Ledesma (Méndez) o Manuel Vázquez Montalbán (Pepe Carvalho).
Continuará…